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Las mujeres latinoamericanas se insertan en la ciencia y la innovación

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by Amanda Marton Ramaciotti
Por El Nuevo Día

El mundo necesita la ciencia y la ciencia necesita mujeres. A nivel global, menos del 30% de los investigadores son mujeres. Y aunque esa cifra en Latinoamérica y el Caribe llega a 45.9%, la participación femenina no se refleja necesariamente en el porcentaje de ellas que ingresa a carreras científicas en la universidad. O en el porcentaje que son miembros de las academias de ciencias de cada uno de los países. O en el liderazgo de un ministerio de tecnología.

La Organización de Naciones Unidas sostiene que las mujeres de todas las edades están subrepresentadas en áreas como ciencia, tecnología, ingeniería, matemática y diseño industrial. Por ello, eligió conmemorar el Día Internacional de las Mujeres haciendo un llamado a la innovación femenina como una herramienta clave para la igualdad de género.

La baja participación de mujeres en ciencia, tecnología e innovación puede incluso dificultar el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, establecida en 2015 con el fin de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a nivel mundial.

De acuerdo con ONU Mujeres, las niñas y las mujeres son la población “con mayor talento desaprovechado” para abordar puntos claves de la agenda, más allá de la igualdad de género, como el impacto del cambio climático, la seguridad de los alimentos, la atención médica y la administración de recursos limitados, como el agua.

“La ciencia, la tecnología y la innovación no tienen género”, dice la astrónoma chilena Paula Jofré.

“O al menos así debería ser”, añade, reflexiva.

Jofré, de 36 años, fue destacada recientemente por la prestigiosa revista estadounidense Science

News como una de los 10 científicos jóvenes que están dejando huella, por una investigación en astrofísica que busca hacer un “árbol genealógico” de las estrellas para descubrir el inicio y la evolución de la Vía Láctea. Pero asegura que el camino hasta este logro no estuvo exento de obstácu- los, de discriminación y de prejuicios.

Durante sus estudios de doctorado, sentía que su trabajo era visto con menos seriedad que el de sus compañeros hombres; y durante su vida profesional escuchó varias veces que el ejercicio de la ciencia es incompatible con tener familia. Ambas cosas –comenta, y se ríe– eran “completamente falsas”: “Hoy soy reconocida por mi trabajo, y además estoy casada, y tengo dos hijos. La ciencia, al revés de lo que me decían, es muy amistosa con el hecho de ser madre y esposa. Necesitamos erradicar esas ideas, porque lo único que hacen es impedir el ingreso de mujeres a las áreas científicas”.

EDUCACIÓN Y REFERENTES

Solo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de Física, Química o Medicina desde que la científica polaca-francesa Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres. Asimismo, academias de ciencia de varias partes

del mundo han reconocido que los aportes de las mujeres en esa área y en tecnología no han sido reconocidos, y por ello aún están invisibilizados en la mayoría de los libros de texto u otros materiales educativos.

Aunque más niñas asisten a la escuela que hace medio siglo, muchas pierden el interés en disciplinas como ciencias y matemáticas a medida que crecen. Por ejemplo: solo 30% de las niñas mexicanas de entre 6 y 8 años afirman que lo que menos les gusta del colegio son las matemáticas. Ese porcentaje aumenta a 40% entre las niñas de 9 y 10 años.

La brasileña Letícia de Oliveira, de 36 años, estudió Literatura, pero lo que realmente le fascinaba era Química. “Yo era prácticamente la única niña de mi curso a quien le gustaba y además me iba bien en las ciencias exactas. Pero al momento de elegir qué estudiar, empecé a pensar que no me gustaría ser ‘la oveja negra mujer’ en la universidad, y que tal vez no estaba tan preparada como mis compañeros hombres”, comenta. La presión y los estereotipos sobre los estudios también recaen sobre los hombres, afirma De Oliveira, quien recuerda que a uno de sus mejores amigos “le molestaban porque era ‘como las niñitas’ y se destacaba más bien en disciplinas humanistas”.

Contar con referentes femeninos les sirvió de inspiración a la neurocientista puertorriqueña Mónica

Feliú-Mojer (33) y a la química uruguaya Sonia Rodríguez Giordano

(51). Luego que su padre fuera diagnosticado con depresión, Feliú-Mojer inició sus estudios en biología y, gracias a la guía de una profesora, estudió neurociencia en Harvard. Hoy, es una de las directoras de Ciencia Puerto Rico, una ONG que agrupa a unos 10,000 científicos. De igual forma, Rodríguez Giordano comenta que su amor por la ciencia y su trabajo para ayudar en la detección precoz del alzhéimer, del cáncer de próstata y del latigazo cervical, fue posible gracias a su profesora de química Sonia Lazzarini, quien la “conquistó” para la ciencia con idas al laboratorio y experimentos.

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

Conscientes de la importancia de la innovación y la tecnología, los gobiernos de Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Perú y Uruguay han desarrollado iniciativas o proyectos de ley enfocados en esas áreas para disminuir la brecha de género. Chile y Colombia no poseen normativas con esa finalidad.

Un ejemplo son los que buscan fomentar la participación de las niñas y mujeres. El programa argentino Mujeres Programadoras incentiva a que ellas tomen roles protagónicos vinculados a la programación y a la cultura digital.

De igual forma, el Instituto Nacional de Matemática Pura y Aplicada de Brasil –del Ministerio de la Ciencia y Tecnología– ha fomentado los últimos años el ingreso de niñas y jóvenes en actividades vinculadas a las matemáticas, para que ellas puedan desarrollar carreras profesionales en áreas de innovación.

Asimismo, la Ley de Ciencia y Tecnología de México se compromete a desarrollar “un sistema de

“La ciencia, la tecnología y la innovación no tienen género. O al menos así debería ser”

PAULA JOFRÉ

ASTRÓNOMA CHILENA

educación, formación y consolidación de recursos humanos de alta calidad en igualdad de oportunidades y acceso entre hombres y mujeres”, mientras que en Perú se han creado métodos de discriminación positiva para proyectos de investigación encabezados por mujeres.

En otros casos, las tecnologías sirven para erradicar prácticas abusivas hacia las mujeres. En Costa Rica se incentiva la investigación aplicada para crear ciberespacios seguros para mujeres de todas las edades que reduzcan, por ejemplo, los ciberacosos. Y en Uruguay se han desarrollado iniciativas de planificación urbana con perspectiva de género, para garantizar la seguridad de las trabajadoras –y, consecuentemente, también de los trabajadores– en sus desplazamientos.

Muchas ONG y empresas también cuentan con proyectos para “emparejar la cancha” a través de ciencia y tecnología. “Cuando las instituciones fomentan la diversidad y la inclusión de mujeres, hay más complementariedad y enriquecimiento al interior de las empresas. Asimismo, la igualdad de condiciones impacta positivamente sobre el desempeño laboral y la capacidad para atraer talento, por lo que las firmas ganan una mayor competitividad de sus equipos”, comenta Carmen Román, copresidenta del Comité de Evolución Empresarial de la asociación gremial chilena Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa).

Una de las iniciativas más destacables en la región es el proyecto Laboratoria, que capacita a mujeres de Lima (Perú), Santiago (Chile), São Paulo (Brasil), Ciudad de México y Guadalajara (México), que no tuvieron una educación de calidad, para que se conviertan en desarrolladoras web y diseñadoras de experiencia de usuario. Una vez que concluyen el curso de seis meses, pueden trabajar en más de 400 empresas o instituciones, entre ellas Google, Microsoft y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Las mujeres, dice Alfonso

Swett, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio de Chile (CPC), también “aportan con cualidades que son fundamentales para la empresa del siglo XXI: están innovando permanentemente, porque son más flexibles y se adaptan con facilidad a los cambios”.

Swett añade que la digitalización abre un abanico de opciones a trabajar desde distintos lugares, en horarios flexibles y usando diferentes herramientas. “Se abre, por tanto, un mundo de oportunidades que tiene dos caras: una para aquellas mujeres que no han podido incorporarse al mercado laboral por las rigideces a las que muchas veces se enfrentan, y otra para las empresas de contar con el talento femenino que se requiere en la era de la innovación y la tecnología”, sostiene.

Posted on marzo 8, 2019